Una mirada en la caries dental que abre nuevas miradas de prevención e intervención
De enfermedad infecciosa a no transmisible hay un cambio cualitativo que supone un enfoque distinto y mejor coordinado con otros profesionales de la salud.
En Global Burden of Disease Study (Marcenes W., Kassebaum N. J., Bernabe E. et al.) se determinó que la caries no tratada fue la enfermedad más prevalente entre 291 afecciones médicas y afectó a 3100 millones de personas (44%) en todo el mundo. Esto significó un fuerte impacto en la calidad de vida y de las familias y la sociedad, así como un elevado costo a nivel monetario.
Asimismo, durante décadas la caries dental fue concebida como una enfermedad transmisible e infecciosa, mientas que el estreptococos mutans fue sindicado como el responsable partícipe de su desarrollo.
Sin embargo, autores como Nigel Pitts, Svante Twetman, Julian Fisher y Philip Marsh explican los beneficios de reconocer a esta patología como una enfermedad no transmisible (ENT) en lugar de una infecciosa.
De esta forma, por ejemplo, se podría integrar a la caries dental en las estrategias de promoción, prevención y tratamiento de la salud bucodental y en las políticas generales de las ENT.
Esta postura está descrita en su artículo Understanding dental caries as a non-communicable disease publicado en el British Dental Journal.
“El paradigma de la caries dental ahora ha sido reemplazado por un concepto holístico de una comunidad microbiana como entidad de patogenicidad”, afirman los especialistas citados. El cambio disbiótico de esta comunidad es el consumo frecuente de azúcares, la merma del flujo de saliva y una alteración mecánica no diaria (limpieza dental) de la biopelícula dental.
El reconocer las caries como una enfermedad no transmisible (ETN) ubica las medidas prevención y promoción de la salud tradicional (la exposición al flúor, el control de la dieta, la higiene bucal completa y las medidas antibacterianas) en un contexto más amplio; como una acción coordinada a nivel nacional, comunitario y clínico:
-A modo de requisito previo, la prevalencia de caries entre niños y adultos sea monitoreada a través de investigaciones epidemiológicas periódicas con muestreo, capacitación, calibración e informes de calidad garantizada.
-A nivel comunitario, las estrategias y las intervenciones de prevención de caries y promoción de la salud se deben apoyar en servicios de salud interdisciplinarios, integrados y centrados en las personas. De esta forma, se crean oportunidades para la colaboración transdisciplinaria en la alfabetización de la salud oral.
-Los adultos y los niños deben ser educados para elegir estilos de vida saludables a través de campañas de concientización en el ámbito laboral y en actividades escolares.
-El foco debe estar puesto en la alimentación saludable, la actividad física, la exposición al flúor, la higiene bucal regular y el antitabaquismo.
-Existe evidencia que sugiere que los programas de educación escolar logran ser sostenibles y efectivos para reducir el consumo de bebidas azucaradas cuando se incluyen módulos de seguimiento.
-La prevención de la caries y la capacitación en comunicación sobre salud bucal debe integrarse a en la capacitación de otros profesionales de la salud, trabajadores de la salud comunitarios, personal de atención social y en el hogar. “Por ejemplo, las recomendaciones dietéticas del pediatra para prevenir la obesidad infantil son casi idénticas a las de los profesionales de la odontología para prevenir la caries y, por lo tanto, deben expresarse y comunicarse de manera armonizada”, ilustran Pitts y sus colaboradores.
En las conclusiones de su trabajo, estos autores reafirman que, gracias al análisis de la evidencia evaluada, las caries constituye un ejemplo de enfermedad no transmisible. “Por lo tanto, la prevención de la caries debe ser parte del enfoque de manejo de enfermedades crónicas para abordar la carga general de las ENT, con especial énfasis en los grupos desfavorecidos para reducir las desigualdades en la salud bucal”, reflexionan a modo de cierre.