La evolución del ser humano… y de la caries

Restos fósiles sin caries sugieren que la incorporación de los granos y de la agricultura favoreció el surgimiento de esta enfermedad.

África fue el punto de partida de la evolución humana. Hace dos millones de años comenzó este proceso que acompañó la expansión del hombre por Europa y el ecuador. En su camino, se alimentó de todo lo que pudiera ofrecer el entorno, como caza, tubérculos, verduras, frutas de estación, mariscos y vegetales marinos. Así se constituyó la columna vertebral de la alimentación apropiada del hombre.

La cocción data de hace unos 750 mil años, y se volvió costumbre hace 350 mil. Cocinar carne y médula colaboró a expandir y encefalizar el cerebro humano.

Sin embargo, el cepillo dental tiene una antigüedad de 5 a 3 mil años. ¿Por qué fue necesaria su invención? La respuesta puede ser la siguiente: cuando el humano siguió una dieta apropiada para su especie, el cepillo dental no fue necesario: sus dientes habían evolucionado para comer. De las seis mil especies de mamíferos dentados casi ninguno presenta caries solo por seguir su dieta natural (a excepción de osos y gorilas que encontraron fuentes de alimentación humana). 

El esmalte dental es la sustancia más dura del cuerpo humano y se conserva bien en fósiles. Esto brinda un indicio a los investigadores de cuándo surgió la caries.

Hace 12 mil años se adicionaron a la ingesta los granos de cereales como el trigo, el maíz y la cebada. Hasta el advenimiento de la agricultura como práctica, casi no se hallaron cavidades orales.

Todo ello indicaría que la caries es una enfermedad de desajuste ambiental. En la actualidad, a ello se le puede agregar los alimentos procesados, la dieta alta en azúcares y almidones pero baja en grasas naturales y el estilo de vida “ocupado” que favorece este tipo de alimentación.

La evolución invita a mirar hacia atrás para avanzar: explorar de dónde proviene el ser humano y qué comía en su trayecto para volver a una dieta natural basada en carne, mariscos y verdura. En ese momento el ser humano no tenía caries, salía con el sol y comía lo que hallaba localmente: era para lo que estaba programado. El problema, tal vez, podría ser que la dieta cambió más rápido que su capacidad de adaptación.

 

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