Cómo funciona un hospital odontológico universitario en tiempos de pandemia

En el Hospital Odontológico Universitario de la UBA se maximizan las medidas preventivas en materia de bioseguridad, asignación de turnos, distanciamiento y organización del espacio.

Aún en tiempos de emergencia sanitaria por la pandemia de coronavirus, el Hospital Odontológico de la Universidad de Buenos Aires mantiene sus puertas abiertas. El decano profesor doctor Pablo Alejandro Rodríguez destaca que se atienden «las consultas odontológicas que sean consideradas urgencias, para evitar procedimientos innecesarios que expongan no solo al profesional odontológico, sino también al personal auxiliar y a los pacientes».

La práctica odontológica constituye una de las tareas médicas de más alto riesgo de contagio, sumado al hecho de que para trabjar, el profesional debe mantener una distancia muy cerca de la cavidad bucal de un paciente y menor al metro recomendado. 

En materia de bioseguridad, en el Hospital Odontológico se guían por las normas y protocolos de la Guía General de Bioseguridad de la Facultad de Odontología de la UBA, sumadas a algunas recomendaciones adaptadas al momento pandémico actual y en constante actualización.

Las consultas odontológicas deben ser consideradas de urgencia para evitar procedimientos innecesarios y la infección cruzada del profesional, al personal auxiliar y a los pacientes. Previamente, vía telefónica, se confecciona un cuestionario. Una vez que se determinó que el paciente debe atenderse, se lo cita al establecimiento. Los turnos se brindan en forma espaciada para conservar el distanciamiento y brindar el tiempo a la preparación del ambiente de trabajo entre pacientes. Los mismos deben acudir solos a la consulta. En caso de que el motivo de consulta no fuera urgente, se deriva al individuo al centro de salud que le corresponda a su jurisdicción.

En cuanto al trabajo en sí, el operador deberá realizarlo idealmente a 6 o 4 manos. De no ser posible, hay que organizar previamente las tareas a realizar para minimizar la circulación y el contacto con superficies innecesarias. No debe moverse del Círculo Operativo Primario, centrado en la boca del paciente y con un radio de 1,5 metros.  El fin es evitar el situaciones C.A.S. (contacto, aerolización, salpicaduras). Otra medida de organización espacial es la distancia mínima de dos metros entre sillones durante la atención en las clínicas. En tanto, el odontólogo debe trabajar con absoluta aislación del campo operatorio en todos los casos posibles y aspirar con suctor de alta potencia para mermar en un 70 por ciento la aerolización.

En cuanto a la vestimenta, el ambo es permitido solo dentro del ámbito clínico. La ropa debe cambiarse en el espacio de trabajo y no se pueden utilizar accesorios personales como anillos, relojes, pulseras, aros colgantes, etcétera. Para la preparación personal, se recomienda utilizar camisolín encima del ambo, cofia, barbijo (preferentemente N95), gafas de protección, guantes de látex y pantalla facial de protección.

La sala de espera debe mantenerse ventilada mientras que los folletos y revistas deben retirarse. Al llegar, se le ofrece al paciente alcohol en gel y en el baño debe encontrar jabón líquido (con antiséptico) y toallitas de un uso. Previo a la atención odontológica, el paciente debe realizar un buche previo con peróxido de hidrógeno al 1% (agua oxigenada de 10 vol líquida en partes iguales con agua) con el fin de disminuir la carga microbiana de la cavidad oral.

Una vez finalizada la práctica, todo el material descartable se retira y se desecha en una bolsa roja. El ambo también se transporta en una bolsa roja al sitio de lavado donde se lo lavará solo y a alta temperatura (95°C aproximadamente). Las superficies se descontaminarán con hipoclorito de sodio al 0,5% o alcohol al 70%.

Por último, el profesional deberá higienizarse las partes del cuerpo que hayan sido expuestas al C.A.S. (manos, brazos, cara, cuello, etcétera).

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