Blanqueamiento dental: técnicas y materiales más utilizados
Desde que en 1864 se comenzó a blanquear dientes no vitales descoloridos se avanzó considerablemente en la forma de lograr resultados óptimos que mantienen la integridad de la pieza y de su tejido circundante.
Cuando se trata de blanqueamiento dental no vital, el éxito dependerá de factores como la causa de la decoloración del diente, el diagnóstico del problema y la elección adecuada de la técnica a emplear.
Los productos más utilizados en el tratamiento del blanqueamiento dental son el peróxido de carbamida, el perborato de sodio y el peróxido de hidrógeno. Este último puede aplicarse solo o producirse mediante una reacción química del perborato de sodio o peróxido de carbamida. También se usa en distintas proporciones en la mayoría de los productos blanqueadores así como se disocia en agua y moléculas de cadena larga de cromóforos de color oscuro.
A pesar de estar disponibles en varias concentraciones, diferentes estudios no coinciden en la concentración ideal de los agentes blanqueadores en términos de poder blanqueador y de conservación de los tejidos bucales.
“Los autores concluyen que el peróxido de hidrógeno es demasiado dañino para los tejidos y se recomienda utilizar un producto alternativo, preferiblemente peróxido de carbamida, en caso contrario perborato de sodio. Sin embargo, sabemos que el perborato de sodio contiene peróxido de hidrógeno porque es un subproducto de la disociación del perborato de sodio, como también es el caso del peróxido de carbamida”, se explica en el artículo Manejo del blanqueamiento dental no vital, publicado en el portal odontologos.mx.
Las técnicas de blanqueo ambulante y termocatalíticas son las adoptadas habitualmente para blanquear dientes que fueron tratados endodónticamente. En el caso de los dientes desvitalizados también se considera a las técnicas termo/foto e interna/externa.
De acuerdo al artículo mencionado, la lejía para caminar es la más segura y cómoda para el paciente y la que requiere menor tiempo en el consultorio. El procedimiento se lleva a cabo mediante la desvitalización intencional y el tratamiento de conducto radicular del diente para permitir la aplicación del agente blanqueador en la cámara pulpar.
“Debido a que los métodos de desvitalización intencional y el tratamiento del conducto radicular tienen riesgos, se deben evaluar las ventajas y desventajas de esta terapia”, advierte el escrito del portal mejicano. También indica que las carillas de cerámica deberían considerarse como un procedimiento alternativo dentro de las opciones de tratamiento restaurador.
Por otra parte, la técnica termocatalítica consiste en colocar peróxido de hidrógeno al 30-35 por ciento en la cámara pulpar en forma similar a la técnica del blanqueador ambulante. Luego, se debe activarlo mediante una fuente calor como los dispositivos de calentamiento eléctrico (Touch ‘n Heat, Sistema B) o de lámparas especialmente diseñadas. Esta aplicación de calor se repite 3 o 4 veces en cada consulta. El calor activa una reacción que produce espuma y libera el oxígeno de la preparación. “El mayor riesgo de esta técnica es la reabsorción radicular externa debido al calor excesivo aplicado sobre el diente”, describe el artículo.
Finalmente, existe una técnica combinada simple y efectiva que combina blanqueamiento externo/interno. Se puede aplicar cuando un agente no logra eliminar una mancha por completo o cuando hay varios parches de diferentes orígenes en el mismo diente. Además, el paciente puede realizarla en su casa. El gel blanqueador se coloca sobre una bandeja personalizada para el paciente y luego ésta directamente sobre el diente.
“Existen ciertos riesgos con esta técnica, ya que una abertura de acceso sin sellar permite que las bacterias y las manchas penetren en la dentina. Por lo tanto, se debe utilizar un material de restauración como cemento de ionómero de vidrio o resina compuesta para sellar el relleno radicular en el orificio”, se detalla en Manejo del blanqueamiento dental no vital.
Estas técnicas de blanqueamiento demostraron su eficiencia a lo largo de los años y otorgaron resultados óptimos cuando los casos fueron seleccionados adecuadamente. También, cuando el odontólogo y el paciente son conscientes de sus riesgos remotos.