Oclusión y desoclusión: indagar en las huellas de los procesos naturales

En la naturaleza se encuentran las respuestas y procedimientos para planificar una rehabilitación oral de alta complejidad. Deconstruir los procesos fisiológicos permite diseñar el plan de acción y observar el estado de evolución de patologías como el bruxismo. Además, al final de esta entrevista con el Académico Aníbal Alonso, una maravillosa historia de vida y un mensaje alentador para los jóvenes.

El profesor doctor Aníbal Alonso es Académico de Número de la Academia Nacional de Odontología; Maestro de la Odontología Argentina (Asociación Odontológica Argentina); Académico Internacional (Cum Laude); director de la Clínica Dato (Buenos Aires, Argentina); director del “Curso de oclusión y rehabilitación oral de alta complejidad” de la Clínica Dato; y autor del libro “Oclusión y diagnóstico en  rehabilitación oral” (Editorial Médica Panamericana). Recibió el Premio al Autor de la Feria del Libro de Buenos Aires 1999, 5º Edición. También es dictante de cursos de la especialidad en el País y en el exterior.

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 profesor doctor Aníbal Alonso

Profesor Doctor Aníbal Alonso

 

¿Qué protocolo debemos seguir ante la necesidad de una rehabilitación integral?

 

Entiendo como “rehabilitación oral” a saber hacer una corona a un diente integrada al resto del sistema. Pero hay otras formas de entender “rehabilitación oral” que son los tratamientos de alta complejidad, donde hay que cambiar muchas cosas. Por ejemplo, la dimensión vertical, buscar curvas, y demás. Pienso que deberíamos saber cómo Dios hace la primera rehabilitación: tiene un protocolo. En el protocolo “natural”, primero aparecen los dientes calcificados. Si no hay dientes, forma y tamaño entonces no hay arcos. Por eso, el primer paso es averiguar cuál es la forma y el tamaño de los dientes. El segundo paso es conocer cómo se asocian los dientes y conforman los arcos. Finalmente, el tercer paso es cómo la naturaleza comienza a ordenar las relaciones intermaxilares; y siempre lo hace de adelante hacia atrás. Este es un protocolo muy básico y muy biológico, del cual el hombre no participó sino la naturaleza. De la misma forma, nosotros adaptamos este protocolo a las rehabilitaciones de alta complejidad: empezamos por el sector anterior y vamos hacia atrás; copiamos a la naturaleza en cómo prepara las curvas; y estudiamos esas relaciones interdentales e intermaxilares en bocas sanas. Lo hacemos para tomar “modelos”.

 

En el terreno de la oclusión,  ¿se debe siempre buscar la desoclusión canina? De no ser posible, ¿qué alternativas tenemos?

 

Voy a dar un ejemplo para poder hablar de desoclusión; y sobretodo de un protagonista como el canino. Para desgarrar una pata de un animalito como un pollo o un sándwich de jamón crudo –por ejemplo- el canino no desgarra. El canino penetra el alimento y si la mano no tira, no se produce el desgarro. También, sabemos que en la masticación -ya de toda la boca- ante una partícula dura (como una cáscara de huevo o un pedacito de hueso) inmediatamente se detiene el ciclo masticatorio. Por eso hay que aclarar que la desoclusión no es para comer, tragar o hablar sino que pertenece a un mecanismo de protección nocturno.Los chinos afirman: “no hay enfermos, hay enfermedades”.Hay que dejar tranquila a la gente pues aquel que no tenga desoclusión, no necesariamente se va a enfermar. Sin embargo, es una situación de alto riesgo. Entonces, lo que buscamos en estos trabajos es que haya una oclusión y una desoclusión. Pero, ¿qué pasa con los pacientes que no pueden tener una desoclusión con los dientes? Pacientes de Clase III –distoclusiones. Pues bien, para ello tenemos las placas. En los casos donde los dientes o sustitutos de dientes (como los implantes) no puedan dar esa desoclusión, lo puede hacer una placa bien confeccionada. Por ende, la desoclusión es un mecanismo de protección nocturno durante la parafunción que debemos encarar dentro de nuestros tratamientos de rehabilitación de alta y baja complejidad para proteger a las restauraciones y al sistema.

 

¿Qué debemos tener en cuenta al rehabilitar un paciente con bruxismo?

 

Hay que hacer un diagnóstico precoz. Y hoy esto se puede hacer en base a un razonamiento muy simple. Cuando el bruxómano gasta los dientes, lo primero que gasta son los de adelante; porque si los dientes de adelante desocluyen, no se produce el rozamiento que desgasta los dientes posteriores. Entonces, lo primero que debemos observar, es si veinte o quince años antes ese paciente iba a llegar a tener todos los dientes gastados; y eso se puede saber perfectamente. Por ejemplo, mirando la cara palatina de los incisivos. Anatómicamente, Dios creó un tercio y dos tercios con diferencias de curvatura. Muchos pacientes a los que se los ve estéticos o fantásticos, cuando uno mira a la cara palatina que es donde hay roce, ve que más de la mitad del diente no lo tiene. Están en un camino peligroso que conduce a la destrucción total de la boca. Una vez que se eliminan los dientes anteriores, se empiezan a gastar los posteriores también. Hoy estamos en una situación muy simple para prevenir un desgaste masivo de bruxómanos; que conllevaría a una rehabilitación de alta complejidad. No importa quien la haga en el mundo, nunca podrá hacer los dientes como Dios los hizo. Y si se destruyeron 28 perlas –según el razonamiento de un dentista-, ¿qué va a pasar con sus 28 coronas?

 

¿Observa situaciones familiares de bruxismo?

 

Sí, por supuesto. Yo enseño qué es lo que tiene que saber hacer un rehabilitador: más importante que hacer 28 o 32 piezas en una boca, es prevenir una rehabilitación. Cuando un paciente bruxómano llega a la consulta –generalmente es gente mayor de 30 años, aunque hoy se ve gente joven también-, la primera pregunta que hay que hacer es:  “¿usted tiene hijos?”. Si esos hijos pasaron los 17 años, yo –personalmente- le digo:  “mire, no le voy a cobrar la consulta: tráigamelos”. Porque así como se hereda el color de ojos, el carácter y demás, también se hereda bruxar. Y hoy podemos saber 15 o 20 años antes si va a terminar como el padre. Tengo un tratamiento económico, seguro y único en la odontología que es reversible: si no funciona, lo quito y la situación vuelve a estar como antes. En conclusión, tenemos varias cosas por tener en cuenta: la primera es la prevención de verdad; y con una mirada al sector donde se gasta primero (que es arriba y adelante), nosotros podemos llegar a ver 15 años antes si va a llegar a una complicación muy seria como lo es tallar toda una boca –que a ningún odontólogo le gustaría-.

 

¿Qué mensaje le daría a la juventud?

 

Cuando me recibí, nadie en mi familia o en mi entorno era dentista. Y tuve mi consultorio atrás del Cementerio de Flores hace cincuenta años. La calle a la que salía era de barro. Y lo digo siempre –y delante de toda la gente- con todo el orgullo. Yo no tenía foco; tenía un tacho de aluminio –muy prolijo- con una bombita de 500 bujías. Y con todo el orgullo había hecho mi propia salivadera. Me dije: “acá hay gente muy capaz”, lo veía en todos mis profesores. ¿Cómo llegaron? ¿Cómo llegaron a esto? Y entonces recurrí a los consejos de mi padre que eran –como decían los viejos- “ochenta por ciento sudor y lágrimas”. Así que estudié y me preocupé mucho. Llegué a tener mi primer Fiat 600 y allí entraban mi madre, mi padre, mi mujer y mis tres hijos. Compraba libros y tomaba cursos, todos los que podía. Me decían que no, que nadie nunca me iba a reconocer eso. Y me dije: “¡no puede ser!”. Siempre, sin competir con nadie y sólo conmigo mismo, pensé “¡yo puedo hacerlo! A lo mejor lo puedo hacer peor, pero lo voy a hacer lo mejor posible. Tengo que preocuparme en mejorar que en mirar si hay otro que lo puede hacer mejor que yo”. Y esta es mi idea ontológica, hasta el día de hoy. Siguiendo los consejos de mi padre, años después cuando fui nombrado profesor y demás, un día me dijo: “nunca crea que sos, porque significa que fuistes”. Y hay que ser el eterno alumno. El otro día leí algo muy lindo: “¿quién es un sabio? Aquél que cree que todavía cree que puede aprender mucho”. Qué interesante. No soy sabio, pero qué buen camino. Cuando uno tiene ganas de hacer las cosas, no hay quien te pare. Yo regalé trabajos para aprender a hacerlos. Pues creo que sé hacerlos un poco, y que tengo el derecho de decir “bueno, me sacrifiqué toda la vida para poder ganar esto”. Yo se lo digo a todos los chicos que están aquí: tienen que trabajar bien. No se fijen en aquellos que dicen “el paciente no entiende nada”. La Odontología es hermosísima y todo se puede hacer. Y les recomiendo que busquen en internet un video de Tony Menéndez. Por favor, véanlo y escuchen a ese hombre (es una persona sin brazos por la Talidomida). Entenderán lo que yo les estoy diciendo.

 

Panorama odontológico agradece al Prof. Dr. Aníbal Alonso por participar en esta nota.

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