Métodos no invasivos para las patologías no tumorales de las glándulas salivales

Dolor periprandial, malestar en la cabeza y el cuello o demasiada o muy poca producción de saliva (sialorrea y xerostomía, respectivamente): es posible que el profesional se enfrente a una patología salival. 

Para poder evaluarla y descartar otras afecciones, es necesario realizar una historia clínica y un examen físico completo. 

Esto puede incluir estudios de imágenes (tomografía computada para calcificaciones, erosiones óseas, procesos inflamatorios y abscesos; resonancia magnética para tumores o ecografía para detectar linfadenopatía, masas, cálculos, obstrucciones o dilataciones. En este último caso, tener en cuenta que esta herramienta diagnóstica puede no ser la adecuada para observaciones en porciones más profundas de la glándula). 

La patología salival debe incluirse en el diagnóstico diferencial cuando un paciente presenta dolor periprandial o malestar que se localiza en la cabeza y el cuello (síntomas obstructivos clásicos) o alteraciones en la secreción que incluyen demasiada o muy poca producción de saliva (sialorrea y xerostomía respectivamente).

Tratamiento quirúrgico

Tradicionalmente, la mejor opción terapéutica para las patologías salivares como la sialoadenitis médicamente refractaria solía ser la intervención quirúrgica. No obstante, presentaba algunos riesgos tales como infección, sialocele, hematoma, parestesia cutánea, cicatrización hipertrófica y fístulas salivales. 

Por su parte, la paresia facial transitoria o permanente era un riesgo asociado a la cirugía de glándula parótida.  

Al extirpar la glándula submandibular existe la posibilidad de lesionar los nervios mandibular marginal, hipogloso o lingual. Finalmente, existe el riesgo de perforar el conducto salival con la endoscopia salival, lo cual toma dos semanas en resolverse. 

Llegaron para quedarse: los tratamientos conservadores

Como lo anuncia su nombre, estas alternativas no solo mantienen las glándulas salivares sino que también pueden resultar mínimamente invasivas para el paciente. Así todo, las opciones de tratamiento (incluidas las quirúrgicas) variarán según la causa y el manejo médico. 

En primera instancia se puede encontrar a la sialendoscopia, un método diagnóstico y terapéutico de acuerdo al caso pues el médico puede visualizar las glándulas e intervenirlas en forma endoscópica para extraer pequeños sialolitos o cálculos salivares. También puede inyectar medicamentos como esteroides o Botox y dilatar áreas de estenosis. 

En su calidad diagnóstica, la sialendoscopia permite diferenciar casos de estenosis fibrótica de la inflamatoria, lo cual aporta a la orientación del tratamiento. 

En cuanto a su uso en el tratamiento de la estenosis inflamatoria, se la emplea para inyectar esteroides o cortisona aunque puede requerirse instrumentación para liberar la obstrucción.

La sialendoscopia puede llevarse a cabo en el consultorio con anestesia local o bien en el quirófano con anestesia total si el paciente no puede tolerar el procedimiento o la enfermedad es más compleja. 

En segunda instancia, “la litotricia tradicionalmente describe ondas de choque extracorpóreas para fragmentar un cálculo, pero las técnicas novedosas utilizan un enfoque híbrido con láseres intraductales dirigidos por sialendoscopia o dispositivos neumáticos para fragmentar el material y luego recuperar piezas utilizando herramientas endoscópicas”, describe el portal Intramed en su artículo “Trastornos no tumorales de las glándulas salivales”.

En tercera, el Bótox se posicionó como un tratamiento menos invasivo y a la vez eficaz para una gama de molestias salivares. Permite bloquear en forma transitoria (con un efecto de al menos tres meses) la liberación de acelticolina e inhibir -de esta manera- la conducción de la señal neural. 

Otra aplicación de la toxina botulínica es para el sialocele: consiste en aplicar inyecciones en estas bolsas y el tejido salival adyacente para mermar la producción de saliva y cerrar los canales colectores anómalos. 

También resulta efectiva para controlar los síntomas de la sialadenosis. En este caso, el tratamiento de inyección de Botox puede desarrollarse con o sin endoscopia salival adicional. 

Finalmente, “Botox también ha demostrado su eficacia en el tratamiento del babeo, una condición que resulta de la falta de coordinación muscular que lleva a que las secreciones orales se acumulen en la boca”, agrega el artículo citado de Intramed y resalta la importancia de diferenciar el babeo (observable en personas con deterioro neurológico sin deglución coordinada) de la sialorrea (la alteración de la cantidad y calidad real de la saliva).  

En síntesis, la toxina botulínica es considerada como una opción de bajo riesgo siempre y cuando se la emplee dentro de las pautas de dosificación apropiadas. Sus resultados adversos suelen ser raros y temporales, como la disfagia leve transitoria.

Además de la publicación de Intramed sobre estos tratamientos invasivos y no invasivos, toda esta información y más puede hallarse en la extensa actualización que hicieron los investigadores Kelly Daniels y Barry Schaitkin (An Update on Nontumorous Disorders of the Salivary Glands and Their Management for Internists) publicada en la revista Medical Clinics of North America.

Fuente: https://www.intramed.net/contenidover.asp?contenidoid=106473 

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