Carga inmediata y carga diferida en implantes: qué tener en cuenta al momento de elegir

La decisión de cómo planificar un protocolo de implante depende de varios factores que posibilitarán una prótesis inmediata o esperar un tiempo para lograr el resultado deseado. ¿Cómo se evalúa cada caso?

Suele ocurrir que en la consulta del tratamiento implantológico es posible que el paciente pregunte cuándo podrá disfrutar de sus prótesis. Entonces, el profesional evalúa el tipo de carga adecuada para cada caso (aún si es provisional): la inmediata (insertada dentro de las primeras 24 horas una vez colocados los implantes) y la diferida (con un tiempo de espera de entre dos y cinco meses -y aún más si existe regeneración ósea) que permite la unión del implante al hueso por medio (osteointegración) antes de la carga.

Sea cual fuere la elección, siempre será fundamental abordar primero las características del hueso sobre el que se va a actuar ya que el implante debe rodearse de la mayor cantidad de hueso vital y sano. Ante situaciones de déficit óseo, “existen técnicas como las elevaciones de seno con injerto óseo en sus múltiples variantes, los injertos de hueso del propio paciente, de otras especies o artificiales, tanto en forma de bloque como particulado y el uso de membranas oclusivas (generalmente de colágeno) que permita la creación de hueso evitando el crecimiento del tejido blando adyacente”, apuntan los doctores Daniel Torres Lagares (Universidad de Sevilla, España), Maribel González Martín  (Clínica Dental Imagen) y Eusebio Torres Carranza (Clínica Dr. Torres Carranza) a Gaceta Dental.

Las características de la calidad del hueso son otras de las observaciones que proponen estos especialistas sevillanos, pues de ellas dependerán como su resistencia, su elasticidad, el porcentaje de contacto entre el hueso y el implante, la forma en que se distribuye la tensión de las fuerzas alrededor del implante y del hueso. Ellas tendrán influencia sobre la longevidad de las rehabilitaciones.

Por ello, describen que la zona de mayor densidad o calidad ósea es la región anterior del maxilar inferior, seguida de la zona anterior del maxilar superior. La zona posterior mandibular sería la siguiente en calidad, y la peor calidad ósea suele encontrarse en el maxilar posterior. Por caso, el hueso tipo D1 se considera el de mejor calidad (generalmente zona anterior de la mandíbula, aunque también puede tener hueso D2), el hueso tipo D2 y D3 los siguientes (zonas posteriores de la mandíbula y anterior del maxilar superior) y el de peor calidad sería el D4 (zona posterior del maxilar). Asimismo, los porcentajes de éxito son menores en el hueso D4 que en los otros tres tipos (D1, D2, o D3) donde los porcentajes de éxito pueden ser equiparables.

Ahora sí: ¿carga inmediata o diferida?

En el tratamiento con carga inmediata es importante seleccionar cuidadosamente al paciente y lograr que el mismo presente un alto nivel de cumplimiento en el mismo. Este protocolo se recomienda en situaciones clínicas que proporcionan estabilidad primaria y una posición prostética de implante correcta. Por el contrario, debe evitarse en pacientes con bruxismo y apretamiento.

En un consenso dirigido por el profesor F. Schwarz, de la Universidad de Dusseldorf (Alemania) se estableció que en las siguientes situaciones es posible realizar cargas inmediatas de los implantes: maxilar superior y/o mandíbula desdentada (mediante prótesis completa ferulizando todos los implantes) y reposición de un diente unitario en la zona estética incluyendo premolares. A su vez, se solicitó cautela al aplicar carga inmediata a tramos edéntulos cortos. “Sin embargo, la carga inmediata puede imponer un mayor riesgo de fracaso del implante comparado con carga convencional, aunque las tasas de supervivencia son altas para ambos grupos”, observan Torres Lagares, González Martín y Torres Carranza, a la vez que continúan: “este riesgo de mayor fracaso se concentra, en su mayoría, en los dos últimos puntos (sobre todo en el último), mientras que el aumento del riesgo es mínimo en la carga inmediata de prótesis completas fijas tanto maxilar como mandibular, así como en la carga inmediata de sobredentaduras”, añaden.

Tanto el profesional como su paciente deben valorar el riesgo de fracaso implantológico en relación a otros aspectos positivos y negativos (aunque los autores citados describen a este riesgo como “ligero”).

Entre los positivos, se destacan la  mayor satisfacción del paciente con función inmediata y la menor cantidad de consultas posteriores al especialista tratante. Entre los negativos, la ejecución de protocolos de carga inmediata incrementa la complejidad de la planificación y el tratamiento y así se puede encarecer el costo del mismo. “Se recomienda, y a veces es totalmente necesario, el uso de prótesis provisionales antes de la prótesis final, por lo que su coste debe asumirse”, admiten el profesor doctor Daniel Torres Lagares y sus colegas mencionados.

Es por ello que la decisión de un tratamiento implantológico con carga inmediata no debe recaer únicamente en el paciente: “Existen una serie de requisitos mínimos que también se deben respetar desde un punto biológico, por más que sus deseos vayan en otro sentido. Retar a la naturaleza o a la biología generalmente conduce a un mal resultado, casi siempre”, finalizan a modo de conclusión.

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