Un plus para los pacientes y para la práctica odontológica
Incorporar en la rutina profesional la detección de factores de riesgo para la salud bucal y general es una práctica que será bienvenida por los pacientes.
Las enfermedades sistémicas como la diabetes mellitus y la enfermedad cardiovascular constituyen procesos bidireccionales con la periodontitis: una patología afecta negativamente a la otra y viceversa. Por lo tanto, considerar a la clínica dental como una “caja con dientes y encías” evita considerar al paciente como un todo. Así lo describen los doctores Miguel Carasol Campillo (Sociedad Española de Cardiología-SEPA), Olalla Argibay (Sociedades Médicas-SEPA) y Antonio Lorente Pérez-Sierra (doctor en Medicina y máster en Periodoncia).
En su artículo “Valoración en la consulta dental de riesgo cardiovascular y diabetes no diagnosticada: ayudando a nuestros pacientes” publicado en Gaceta Dental, afirman que el odontólogo puede organizarse para dedicar unos minutos a la detección de factores de riesgo en sus pacientes. Especialmente, apuntan a aquellos que inciden en la diabetes mellitus y en la patología cardiovascular ateroesclerótica: dos enfermedades que las personas desconocen padecer ya que durante mucho tiempo permanecen silenciosas y se manifiestan cuando parte del daño ya está hecho. Ellos son la hipertensión arterial, la obesidad y el tabaquismo, también en común con la enfermedad periodontal.
Sin embargo, “no corresponde al equipo dental realizar detección de riesgo sistémico de forma masiva e indiscriminada”, advierten estos especialistas. Por ello, proponen que se lleve a cabo en sujetos que cumplan los siguientes parámetros: mayores de cuarenta años, sin diagnóstico previo de las enfermedades a detectar y que no hayan visitado el médico en el último año de venir a la consulta.
Asimismo, sugieren que no se aborde esta situación en la primera consulta con el odontólogo por lo novedoso que puede resultar este proceder. “El paciente que acude a la clínica dental espera una actuación basada en sus problemas bucodentales y no una valoración sistémica de su estado, aunque ésta sea simple”, apuntan los doctores Carasol Campillo, Argibay y Lorente Pérez-Sierra.
También, aportan las ventajas de introducir este protocolo en la rutina profesional. Por un lado, el paciente aprecia que se preocupen por él a nivel general en un ámbito donde tradicionalmente se hace hincapié en la boca en forma casi exclusiva. Por el otro, “es lógico pensar que pueda existir la resistencia inicial al cambio en una pequeña parte del ejercicio profesional, pero las ventajas de modificar nuestra actitud en este sentido son innegables, sobre todo para los pacientes”. Finalmente, los autores indican que aunque no se ponga en marcha este protocolo, es fundamental confeccionar una historia clínica médica y dental pues, en cualquier caso, “estamos tratando con enfermos presentes o potenciales”, concluyen.