1ª transfusión de sangre: se cumplieron 120 años de la Cátedra en dónde se descubrió

La Cuarta Cátedra de Medicina celebró su aniversario y recordó a su héroe y segundo profesor titular, el doctor Luis Agote.

El 9 de noviembre de 1914, el profesor doctor Luis Agote realizó la primera transfusión de sangre citratada en forma exitosa a un paciente con tuberculosis.

Este hito histórico en la historia de la humanidad, que logró salvar millones de vidas desde entonces, tuvo lugar en la 4° Cátedra de Medicina Interna. En aquel entonces, la Cátedra funcionaba en el Instituto Modelo de Clínica Médica del Hospital Rawson. Desde 1978, lo hace en el Hospital de Clínicas de la Universidad de Buenos Aires. Son 120 años de funcionamiento formando nuevos profesionales de la Medicina, asistiendo a pacientes e investigando.

Agote es considerado el gran benefactor de la humanidad. Transcurría la 1ª Guerra Mundial cuando logró su primera transfusión. Lejos de querer patentar el descubrimiento, lo compartió con los dos frentes de batalla: la entente y las potencias centrales por igual. Miles de heridos se salvaron gracias a su hallazgo. Por este logro científico y altruista, desde 2004 cada 9 de noviembre se celebra en todo el País el Día Nacional del Donante Voluntario de Sangre. 

Una historia fascinante

El caso de un niño hemofílico, con el que tenía lazos familiares, fue el puntapié inicial que motivó a Agote a encontrar un tratamiento para el pequeño que sufría de sangrados nasales profusos. Por ello, buscó una sustancia que pudiera conservar la sangre incoagulable, que pudiera preservar sus propiedades en forma inalterada y que además no fuera tóxica para el ser humano.

El doctor Agote sabía que el citrato neutro de sodio impedía la coagulación de la albúmina del huevo. Así fue que se planteó la hipótesis de que si la sangre es un albuminoide, el citrato debería comportarse de igual manera con la sangre.

Mezcló en un frasco de vidrio 100 ml de sangre fresca con cristales de citrato de sodio neutro y la guardó en su caja fuerte por 15 días. Al abrirla, encontró que la sangre del frasco estaba tan fluida como en el primer día del experimento.

Emilio Lorenz, jefe de laboratorio de Hematología del Instituto Modelo de Clínica Médica, comprobó que se habían conservado las propiedades biológicas de la sangre.

Su colega, el doctor Ignacio Imaz Appathie demostró que la tolerancia en animales era total. Ahora restaba exponer que el citrato de sodio no provocaría reacciones adversas en el organismo humano.

Entonces el propio Agote recibió, por vía intravenosa, altas dosis de citrato en repetidas oportunidades, que fue perfectamente tolerada sin provocar efectos adversos ni toxicidad.

Así se llega al 9 de noviembre de 1914, donde el paciente con tuberculosis pulmonar recibe la primera transfusión. El dador fue Ramón Mosquera, el portero del Instituto. La segunda paciente, una mujer que sufría metrorragias por placenta previa, recibió una transfusión cuyo donante fue carpintero del Instituto. Tres días después, recibiría el alta.

Un caso que parecía sin resolución, una carrera contra el tiempo, experimentos,  voluntarios de corazón (que se convertirían héroes en la historia) y misivas que salieron de Buenos Aires a una Europa convulsionada fueron los elementos que hicieron de este descubrimiento una historia de película y a un médico en un héroe mundial.

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